Las canciones más bonitas

Ya era hora de hacer un post realmente bonito, sin porno ni mamarrachadas, así que tras dos conciertos preciosísimos a los que me llevó mi novio, que es el mejor novio que todo Batman pudiera desear, (un concierto de La Casa Azul y otro de Jay Jay Johanson) me vino la idea de que el post que este blog necesitaba no era otro más sobre las dotes artísticas de Ted Colunga, sino uno sobre las canciones más bonitas del mundo. Quiero que lloréis de felicidad al oírlas 🙂

1) «El momento más feliz» de La Casa Azul

2) «She doesn’t live here anymore» de Jay Jay Johanson

3) «HeartStopper» de Emiliana Torrini

4) «Jacques à dit» de Christophe Willem

5) «Si te vas» de Virginia Glück

Las canciones más bonitas

Ya era hora de hacer un post realmente bonito, sin porno ni mamarrachadas, así que tras dos conciertos preciosísimos a los que me llevó mi novio, que es el mejor novio que todo Batman pudiera desear, (un concierto de La Casa Azul y otro de Jay Jay Johanson)

me vino la idea de que el post que este blog necesitaba no era otro más sobre las dotes artísticas de Ted Colunga, sino uno sobre las canciones más bonitas del mundo. Quiero que lloréis de felicidad al oírlas 🙂

1) «El momento más feliz» de La Casa Azul

2) «She doesn’t live here anymore» de Jay Jay Johanson

3) «HeartStopper» de Emiliana Torrini

4) «Jacques à dit» de Christophe Willem

5) «Si te vas» de Virginia Glück

Paris Oh la la !! ( Chapitre II )

Querido sobrino Gobo:

Sigo en París. Después de mi visita a los bajos barrios decidí hacer un poco de turismo, así que me levanté bien temprano e hice la ruta de Ameliè Poulain, visité Montmartre, el Sacre Coeur, Anvers y Abesses. Qué de cuestas y de escalones y qué cansancio, por dios. Regresé hecho polvo a mi hotel pero después de echarme quince minutos en la cama pensé que sólo se vive una vez, así que me puse de nuevo en pie (ay qué dolor de pies!) y continué mi visita turístca yendo a la Torre Eiffel (en la foto), la plaza de la Concordia (donde solía estar la guillotina) y los Champs Elisseés. Y llegados a este punto, os diré que mi novio, que es el más guapo y el más bueno y el más mejor de los novios, tenía antojo desde hace tiempo de un bolso de Prada, y yo, que no quiero dejarlo sin ese capricho, decidí meterme en la mismísima Avenue Montagne (la calle Ortega y Gasset de París) y llamar a la mismísima puerta de Prada…Lo que allí me ocurrió es digno de un capítulo aparte. Pero como esa es otra historia, queridos lectores, será contada en otra ocasión… (Continuará)

Paris oh la la !!

Querido sobrino Gobo:

Los parisinos son una especie muy peculiar: todos parecen ser gays. Algunos son blancos, pero la mayoría son negros o amarillos, y a pesar de la diferencia de color todos tienen en común lo afeminados que son, así que pasear por Paris es como pasear por Chueca el día del orgullo gayer. Las parisinas, por otro lado, son también una especie a estudiar: no hay parisinas gordas.

Mi hotel tiene cuatro estrellas en la puerta, a cien euros la estrella por noche.

Esta es la recepción del «Ville Lutece»

También hay cuatro recepcionistas, uno negro y otro rubio, que no sé si son gays porque como aquí todos lo parecen pues uno ya nunca sabe, una chica francesa delgada y monísima, y otra gorda, que es española y que nada más verme, en lugar de marcarme en mi mapa dónde está la torre eiffel o el arco del triunfo, me marca dónde está el barrio gay de París, Le marais, y digo yo en qué ha visto que soy gay si soy mucho más masculino que la mayoría de los franceses… Así que haciendo caso a la española, me di una ducha, cogí el metro y me fui a Le marais.

La ducha de «Ville Lutece»

Los azulejos de la ducha de «Ville Lutece»

Paseé por Le Marais durante toda la tarde, viendo tiendas y disfrutando del gentío, y cuando anocheció me senté en la terraza del «Cavalier blue» a escuchar jazz en vivo mientras degustaba un Bellini de fresas y frambuesas y un Molleau aux chocolate (ya que estoy aquí por trabajo y con todos los gastos pagados, voy a permitirme todos los caprichos, qué menos) Después paseé por la calle de los bares, como el Bear’n den (petado de osos que salían desde el bar y llenaban toda la acera), el Wolf (para tios buenorros peludos que no llegan a ser osos , aquí se les conoce como Lobos) y el Banana Café donde actuaban los Banana Boys enseñando la idem. Con un bellini y nosecuantas cervezas encima, regresé al hotel antes de la una porque es la hora a la que pasa el último metro y pillar taxi en París por lo visto es muy difícil. (Continuará…)

Desde Paris con amor